Para poder eliminar completamente un patógeno, es necesaria la especialización y colaboración entre los distintos componentes del sistema inmunitario: células y moléculas (Figura 1.11).

Colaboración y especialización para la eliminación de patógenos grandes o pequeños, extracelulares o intracelulares. Los anticuerpos ayudan a los agentes de la inmunidad innata a reconocer y eliminar patógenos o toxinas. (Reproducido de Regueiro J.R., López C., González S. & Martínez E.
(2011) Inmunología. Biología y Patología del Sistema Inmune. (4ª Ed.) Editorial Médica Panamericana, Madrid.)
Además, el sistema inmunitario posee órganos repartidos por todo el organismo, que se clasifi- can en órganos linfoides primarios y secundarios (Figura 1.1). Los órganos linfoides primarios son aquellos en los que maduran los linfocitos para adquirir la capacidad de reconocer antígenos y comprenden la médula ósea, donde maduran los linfocitos B, y el timo, donde maduran los linfocitos T. Los órganos linfoides secundarios son aquellos en los que tiene lugar el recono- cimiento del antígeno por parte de los linfocitos y, por tanto, es donde se produce la selección y expansión clonal, con la consiguiente fase efectora. Son órganos linfoides secundarios la médu- la ósea, el bazo, los ganglios linfáticos y el tejido linfoide asociado a las mucosas (MALT). La médula ósea es simultáneamente un órgano linfoide primario y secundario, puesto que en él maduran los linfocitos B (primario) y se producen anticuerpos (secundario).
Cuando un patógeno logra sortear las eficaces barreras inmunitarias innatas y establece una infección, se activan los mecanismos de inmunidad innata y adaptativa, que combaten al pató- geno con herramientas celulares y humorales (Figura 1.12). La respuesta innata trata de elimi- nar el patógeno mediante fagocitosis, el sistema de complemento y los linfocitos NK.

Los linfocitos B y los linfocitos T difieren en la naturaleza de los antígenos que pueden reconocer (soluble los B, asociado a moléculas HLA los T) y en la segunda señal que requieren para activarse (de las células Th los B, de las APC los T). Los fagocitos reconocen, como los linfocitos B, antí- genos o patógenos directamente, pero no necesitan segundas señales para activarse, si bien éstas potencian su función. Además de eliminar patógenos, algunos fagocitos inician la inmunidad adaptativa. (Reproducido de Regueiro J.R., López C., González S. & Martínez E. (2003) Inmuno- logía. Biología y Patología del Sistema Inmune. (3ª Ed.) Editorial Médica Panamericana, Ma-
drid.)
La respuesta adaptativa se inicia con la fagocitosis de los patógenos por las células presentadoras de antígeno (APC), cuya función es digerir el patógeno en fragmentos pequeños (antígenos) y presentarlos en la superficie de su membrana en el seno de una molécula del complejo mayor de histocompatibilidad de clase II (MHC de clase II). Los antígenos así presentados son reconocidos por un tipo de linfocitos caracterizado por presentar la molécula CD4 en su membrana y que se denominan linfocitos T CD4+, T-helper cell (Th) o T-coadyuvantes. La interacción entre el complejo antígeno-MHC de clase II de la APC y el receptor de linfocito T (TcR) de un linfocito T CD4+ induce un mecanismo de transducción intracelular en ambas células que permite la liberación de factores que activan otros elementos de la respuesta adaptativa. Entre estos elementos, se encuentra el otro gran grupo de linfocitos T, caracterizado por presentar la molécula CD8 en su membrana y que se denominan linfocitos T CD8+, citotoxic T-cell (CTL) o T-citotóxicos; y los linfocitos B, que se diferencian a células plasmáticas productoras de anti- cuerpos.
Una vez seleccionados los linfocitos, se produce la expansión clonal y se inicia la función efectora. Los linfocitos T y B son capaces de reconocer y destruir moléculas y microorganismos ajenos a los propios, lo que junto con la memoria inmunológica constituye la principal diferencia de los linfocitos con el resto de células efectoras del sistema inmunitario. Para llevar a cabo este reconocimiento, se valen del receptor de linfocito T (TcR) y del receptor de linfocito B (BcR) respectivamente. Los linfocitos T y B se comportan como adaptadores entre los patógenos y los mecanismos efectores del sistema inmunitario, cuyas características son similares en la respuesta innata y en la adaptativa. Los linfocitos T citotóxicos actúan fundamentalmente frente patógenos intracelulares, mientras que los linfocitos B lo hacen frente patógenos extracelulares.
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