El objetivo es la inhibición/control de los linfocitos T reactivos.
- Bloqueo de las moléculas MHC.
- Anticuerpos
monoclonales
- anti CD4 (agotan a las células Th o a los receptores de las células T, bloqueando las CD4 y las CD8)
- anti TCR.
- anti IL-2R (más específico). Solo bloqueamos las células T activadas (es decir los que tiene activados por su patología de base)
- Reinducción de tolerancia por ingestión oral del antígeno (según dosis, pauta de admon, etc.).
- Inducción de células T reguladoras (en ratones: dosis baja, repetida). Las células T reguladoras bloquearán la patología autoinmune.
La mayoría de las drogas utilizadas son fármacos antiinflamatorios y/o inmunosupresores que se pueden dividir en tres grupos diferentes:
- Corticosteroides: tienen un alto poder. Son los antiinflamatorios esteroideos à inhiben múltiples citocinas como el TNF-α, la IL-8, IL-1 e IL-4.
- Drogas citotóxicas: tienen efecto inmunosupresor por su capacidad de eliminar las células que se dividen de forma muy activa. Durante la respuesta inmunológica (fisiológica o autoinmune) existe una intensa proliferación de las células inmunes, que de esta forma se convierten en dianas de este tipo de drogas. Ejemplo: ciclosporina o macrólidos.
- Macrólidos de origen fúngico o bacteriano, son drogas inmunosupresoras que actúan fundamentalmente inhibiendo la transducción de señales de activación de las células T.
Terapia con anticuerpos monoclonales
En la actualidad existen numerosos ensayos para intervenir de forma específica sobre los mecanismos que conducen a la autoinmunidad, como, por ejemplo, las citocinas proinflamatorias. Uno de ellos es el uso de anticuerpos monoclonales precisamente por su exquisita selectividad.
EI ejemplo más llamativo es el del TNF-α, que es la citocina proinflamaoria más abundante. Se ha demostrado que esta citocina se produce en exceso en varias enfermedades autoinmunes. Se bloquea con dos fármacos:
- Anticuerpos anti-TNF-α: cuando la célula libera el TNF, éste se une a los anticuerpos y queda neutralizado.
- Receptor soluble de la proteína (compite por el ligando con el receptor de membrana).
Estos fármacos llevan a cabo la neutralización del TNF para que no llegue a sus células diana. Se ha demostrado que son un tratamiento muy eficaz en ciertos casos de artritis reumatoide y enfermedad de Crohn. El receptor se puede fabricar en formato soluble, de modo que no llega a célula diana. Los dos captarían el TNF soluble. La célula diana dejaría de activarse por el TNF y la respuesta inflamatoria se paraliza. Los dos funcionan pero se usan más los anticuerpos.

Otros agentes terapeúticos para tratar las enfermedades autoinmunes
- Integrinas: (α4β1) son las responsables de que las células entren en el sistema inmune en la esclerosis múltiple (moléculas de adhesión fuerte). Si se bloquean las integrinas mediante anticuerpos antiintegrinas, tratamos esta enfermedad y también otras como la artritis reumatoide, y la enfermedad inflamatoria intestinal.
- Bloqueo de los linfocitos B por el anticuerpo anti CD20 en el lupus eritematoso sistémico, esclerosis múltiple y artritis reumatoide. Pero no se trata a todas con esto, sino que son los últimos escalones.
- Estatinas: se usan en la hipercolesterolemia. Reducen la actividad de la esclerosis múltiple.
- Linfocitos T: se emplean dos fármacos: anticuerpos frente a todos ellos à CD3, para que los diabéticos tengan que usar menos insulina. Y CTLA4 para la psoriasis. Cuando la célula T se ha activado, se activa CTLA4, que es un mecanismo de inhibición de los linfocitos T, equivalente a CD28, sólo que CD28 activa. Se ha demostrado beneficios claros en artritis reumatoide.
- Citocinas: de ellas, el rey es el TNF, que interviene en muchas patologías: en la enfermedad de Crohn, mejora la discapacidad en artritis reumatoide. También son importantes la IL-6 y a IL-1, que son citocinas inflamatorias con un efecto importante sobre la artritis reumatoide. Y los interferones tipo I (α y β) son importantes en la esclerosis múltiple. Es decir, las citocinas son una gran diana.


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