El fin último de la generación de Linfocitos B efectores es que se conviertan en células productoras de inmunoglobulinas (mecanismos de señalización que dicen a otras células de sistema inmune donde hay un patógeno o célula que debe ser destruida).
Funciones efectoras de los anticuerpos
Las respuestas mediadas por anticuerpos son las más eficaces. La porción constante (el fragmento Fc) es lo que determina el mecanismo que se activa para destruir el patógeno, Una vez que el linfocito se activa tras reconocer un antígeno con su BCR, necesita la cooperación con los linfocitos Th2, que determine que antígeno debe sintetizar. Para ello, fagocita al patógeno, lo destruye, lo procesa y lo expone en su membrana en el seno de las moléculas HLA de clase II. Así, presenta el patógeno a los linfocitos Th2. Esto no quiere decir que reconozcan el patógeno igual que lo hace el linfocito B, sino que el linfocito Th2 reconoce un epítopo concreto de la porción del antígeno que ha sido presentado.
Si no ocurre esta interacción, el linfocito B no es capaz de producir anticuerpos porque no se llega a activar por completo. Necesita a los Th2 para poder producir inmunoglobulinas. ¿Por qué? Es un mecanismo de control para evitar que los linfocitos B se activen y liberen anticuerpos ante antígenos propios. Como los Th2 son capaces de distinguir entre antígenos propios y extraños, solo van a interaccionar con los linfocitos B en caso de que éstos les presenten antígenos extraños, mientras que si les presentan antígenos propios, no va a haber cooperación y los linfocitos B morirán o se volverá anérgicos.
Por lo tanto, los linfocitos Th2 son esenciales para el control de anticuerpos liberados por los linfocitos B.
Además de esto, el linfocito Th2 libera citocinas, que son interaccionan con el linfocito B, indicándole qué isotipo de inmunoglobulina tiene que sintetizar. Dependiendo del isotipo, los linfocitos desarrollan diferentes funciones mediadas por la molécula de Ig:
Neutralización: impide el paso del microorganismo al interior, la colonización (Ej. IgA). Se pega al antígeno e impide que este se adhiera a un epitelio. Es una función fundamentalmente física. En el intestino se reconoce al antígeno pero si se produjera una respuesta inmunitaria contra él, sería muy destructiva para el propio individuo. Es necesario que no se una el antígeno al epitelio pero se puede activar al sistema inmune. Por ello actúa la IgA, que se pega a la superficie del antígeno, recubriéndolo, y así evita que éste se adhiera al epitelio intestinal sin necesidad de activar una respuesta mayor.
Opsonización y fagocitosis: mecanismos por los que se identifican los complejos antígeno-anticuerpo por parte de las células fagocíticas (se une el anticuerpo sobre el antígeno y los receptores fagocíticos identifican la presencia del antígeno al reconocer al anticuerpo que lo recubre y pueden destruirlo). Los receptores reconocen el fragmento Fc de los anticuerpos. También hay células que tienen receptores para moléculas del complemento.
Degranulación de los mastocitos: tienen en su membrana recetores de alta afinidad para el fragmento Fc de la IgE, que hace que la IgE se encuentre unida a su receptor sin estar ésta unida un antígeno (solo ocurre en este caso, pues el resto de receptores de Ig reconocen a su Ig cuando ésta está unida al antígeno específico). Así, cuando llega el antígeno concreto, se une a la IgE directamente y se produce la degranulación del mastocito, es decir, la liberación al medio del contenido de sus gránulos, que consiste en una serie de enzimas o sustancias vasoactivas. Esto supone el desarrollo de un proceso de inflamación local.
Citotoxicidad celular mediada por anticuerpos (ADCC): mediados a su vez por una serie de células de la inmunidad innata que tienen un receptor para un fragmento Fc. La célula citotóxica identifica la estructura (células NK…).
Activación del Complemento: los anticuerpos promueven la activación del complemento y la fagocitosis (inflamaciones, infecciones, evita que se disemine el patógeno).
Inmunidad neonatal o epitelial: anticuerpos que pasan de la madre al niño, responsables de todas las respuestas inmunitarias específicas del primer periodo de vida del niño.
La activación de un linfocito B conlleva una activación de un clon específico y una diferenciación a células plasmáticas o células memoria. El hecho de que la célula B tenga un receptor de antígeno específico hace que pueda reconocer el antígeno a concentraciones muy bajas, son más eficaces como presentadoras de antígeno. Los macrófagos y las células dendríticas necesitan mayor concentración.

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